viernes, noviembre 07, 2008

Blindness

(Canadá, Brasil, Japón, 2008) Dirigida por Fernando Meirelles

Basada en la novela del portugués José Saramago, Ensayo sobre la ceguera, Blindness es curiosamente una película cuyo mayor acierto reside en su poder visual.

La trama, a la manera de muchas historias de ciencia ficción, se desarrolla en un no muy específico presente en el que las personas empiezan misteriosamente a quedarse ciegas. Sin embargo no es la ceguera convencional. En vez de que todo se torne oscuro, la persona afectada ve todo bañado en una poderosa luz blanca.

La traducción de Meirelles de todo este proceso es más que notable. Reconocido por su cuidada fotografía y edición en filmes como The Constant Gardener, pero mejor aún en Cidade de Deus, Meirelles maneja de forma muy especial la relación entre el sonido y la calidad de luz para manipular los distintos subtextos del filme.

Evidentmente se trata de una historia fuertemente alegórica, a cuyo poder simbólico se le puede sacar mucho millaje en el cine. Meirelles lo ha sabido explotar brillantemente, sobre todo en la primera parte del filme al demostrar la vulnerabilidad de quienes sin mayor aviso pierden la vista y quedan a merced de conciudadanos convincentemente poco solidarios.

Pero aunque el filme es capaz de generar una empatía poderosa por los desvalidos protagonistas, la historia parece trastabillar a medida que la trama se desenvuelve con una serie de detalles improbables o inacabados. De hecho, la trama misma, parece material de un cuento corto de ciencia ficción cuya forma final de novela se siente algo forzada. Por ejemplo, efectos muy literarios, como el hecho de darle números y ocupaciones (en vez de nombres) a los afectados que entran al refugio, se manejan de forma efectista en una sola escena. Nadie los obliga a hacer esto (de hecho nadie los vigila dentro del recinto) y luego a esa distinción no se le da seguimiento durante el resto del filme, como tampoco sirve para delinear particularmente algunos de los personajes. En otras palabras, es una situación que no depende de la historia misma, sino del capricho del narrador.

Detalles como estos hacen que película oscile entre un ambiente realista y otro más literario y simbólico, marcado entre otras cosas por la voz en off de uno de los personajes, utilizada desigualmente durante la película. El equilibrio entre lo fantástico y lo real en ocasiones parece estar más al servicio de la denuncia social que de la integridad de la historia, y algunas situaciones se sienten impostadas. ¿Por qué la única persona con vista no intenta escapar? ¿Por qué no le quita el arma al grupo de ciegos que los mantiene subyugados? ¿Por qué nadie se pregunta que ha sido de los familiares que los han abandonado? En conjunto, los personajes menos notorios estan totalmente de relleno, sin desarrollar cambios emocionales como ira, desasosiego, desconfianza. Solo están ocupando espacio y aceptando su nueva e incomprensible realidad. Más que funcionar como una metáfora del hombre moderno, esto le resta al filme un poco de autenticidad.

Si observamos con cuidado, al resto de las alegorías les sucede algo similar: el sacrificio femenino, la pasividad masculina y la perversidad enamorada del poder, parecen desdibujadas a trazos muy gruesos para un largometraje. En realidad no hay un solo personaje verdadermaente tridimensional. Como los de una fabula, estan diseñados para ser bidimensionales. El problema es que dentro de situaciones muy específicas (como el micro-adulterio del doctor), nos dejan una sensación de vacío en la historia, de escenas escritas para presentarnos un personaje muy muy bueno y noble, solo por el placer de decir que existen.

Por otro lado hay personajes, que aunque desdibujados en un par de pinceladas, son indelebles, como el el único ciego convencional, digno de una pesadilla de Ernesto Sábato. Y hay sin duda imágenes hermosas, llenas de compasión, como en el martirologio de las mujeres, en donde la iluminación llega a ser tan compleja como la escena de un Caravaggio o tan descarnada como ciertas fotografías de Andrés Serrano. Las escenas del ultraje de las mujeres, es manejado fantásticamente, en donde mas pesa lo que escuchamos que lo que vemos y a veces las frases más amables por parte de los ultrajadores, son las más punzantes y repelentes.

Al final, esta capacidad de trasmitir la impotencia de los protagonistas genera una tensión tan densa, que uno termina por pedir a gritos la típica catársis aristotélica. Literalmente el filme lo deja a uno exhausto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Correcta tu apreciación creo que el director tuvo ciertos temores al adaptar el libro.

Lenin dijo...

Si te gusto esta película.. es probable que te guste más "La desconocida" la estan dando solo en cinépolis, espero que te guste

Margot dijo...

Quiero ir a verla pronto...gracias...