domingo, septiembre 19, 2010

Peluches

En mi estudio, junto a mi mesa de trabajo, hay una foto de mi único viaje a Puerto Rico. Es un pequeño callejón que desemboca en el mar, aunque el mar no logra verse en la foto. Es un ángulo un tanto atípico, casi descuidado. A mano izquierda aparece el borde de un letrero en un desvencijado balcón:

FOR SALE
Blanca B. Gandia
Realty
725-2807

Frente a ese balcón, un edificio ruinoso. A primera vista, la fotografía levemente sobrexpuesta, apenas te deja percibir ciertas irregularidades en la superficie del edificio. Observando con más cuidado vemos que muchos elementos (rejas, puertas, ventanas, balcones) se han caído o han sido arrancados. Como a un rostro al que le han borrado violentamente todas sus facciones, solo quedan agujeros.

¿Pero esas extrañas protuberancias?


Peluches, desgastados y decolorados por el sol, se confunden con los heridos muros. Cuelgan como siniestros y ala vez tiernos cadáveres por incontables resquicios de la fachada: un sucio y enorme panda ahorcado; de un hierro retorcido cuelga un manojo de irreconocibles bultitos con rizadas pelucas; un conejo de enormes patas parece haber perdido sus orejas y cuelga peligrosamente de su frente.

-"¿Qué es eso?"-pregunté encantada y atónita a mis guías.

-"¡Ah! Eso. Es el edificio de los peluches"- fue la natural respuesta. No era un albergue, casa de crack o gallera improvisada (después me enteré de que había un bar), era el edificio de los peluches, lo demás era accesorio. Podía referirme de esa forma sobre el edificio y todo el mundo sabía de qué estaba hablando.
Me enteré de que llegó a tener muchos más peluches pero un huracán reciente había volado un buen número de ellos. Cuando lo visité a pie, descubrí extravagantes mensajes políticos escritos en sus muros.

Si en el erotismo se une la atracción perturbadora del deseo estético con la certeza de nuestra mortalidad; si la arquitectura cobra sentido en la medida en que se contamina de su contexto, esta ruina prematura, sin lugar a dudas, es un ejemplo maravillosamente erótico.

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